Seguramente no ha existido en la historia ni volverá a
existir un mecanismo tan sencillo pero a la vez capaz de convivir con las
técnicas más sofisticadas a través de los milenios como es la radiestesia.
A lo largo de los tiempos, los radiestesistas han usado
diferentes utensilios para sus búsquedas, pero los tres más habituales son
ramas de árbol bifurcadas, las varillas metálicas y el péndulo.
Aunque no se sabe del todo cómo actúan los radiestesistas,
hay consenso en admitir que el objeto utilizado (por ejemplo el péndulo) actúa
como catalizador o potenciador. Es decir, que lo importante es el
radiestesista, que dispara ciertos automatismos adquiridos mediante un trabajo
mental determinado y provoca imperceptibles e inconscientes movimientos
musculares, especialmente de las muñecas y los brazos, que son amplificados por
el péndulo. Por eso es importante contar con un péndulo bien fabricado y de los
materiales adecuados para cada caso.
En principio todas las personas pueden tener resultados con
el péndulo; no obstante, con trabajo y constancia los resultados irán creciendo
paulatinamente. Lo realmente importante es aprender a querer el péndulo, sentirse
a gusto con el material o materiales de que esté fabricado.
Aunque la ciencia se muestra un poco reticente a admitir del
todo esto, las grandes multinacionales no, por lo que, sirviéndose del servicio
de radiestesistas, algunas empresas petrolíferas han encontrado grandes bolsas
de petróleo. El agua es otro de los elementos más buscados, tal vez el que más,
y son millones las personas de todo el mundo que gracias a la radiestesia han
encontrado agua en sus terrenos.
Por otra parte, en ocasiones el péndulo sirve para localizar
a personas extraviadas, e incluso los servicios de policía de muchos países han
llegado a pedir el servicio de radiestesistas para buscar a personas
desaparecidas, que no pocas veces se han podido encontrar gracias a su trabajo.
Historia
El arte zahorí data de los tiempos más remotos. Los chinos
lo practicaban hace milenios y llegaron a ser verdaderos expertos en el
hallazgo de fuentes, tesoros, yacimientos minerales...
Para sus investigaciones utilizaban una curiosa varilla
ahorquillada.
Los egipcios deberían de conocer también este arte ya que en
las excavaciones efectuadas en las tumbas del Valle de los Reyes se
descubrieron varillas, bolas de madera ensartadas en suspensión e instrumentos
muy parecidos a los péndulos.
También la Biblia y los textos sagrados contienen numerosas
alusiones a la varilla o al bastón que, en forma de cetro, era el atributo
indispensable de todos los reyes.
- Moisés, según San Pablo, fue un gran mago que estaba
instruido en todas las ciencias y secretos de los egipcios. Esto le permitió
entre otros prodigios hacer brotar agua de la roca de Horeb, hallándose en
pleno desierto. Para ello le bastó con golpear la piedra con su bastón de
madera de almendro. Es decir, una auténtica acción de zahorí.
La varilla era también conocida por los griegos: En su
mitología, Atenea (Minerva) se servía de ella bien para rejuvenecer a Ulises,
bien para envejecerlo.
Hermes (Mercurio) blandía su caduceo cada vez que le
apetecía enviar un alma a los infiernos o desencadenar los elementos.
Circe y Medea no podían prescindir de la varilla para sus
prácticas de hechicería y magia.
Entre los romanos, la varilla denominada lituus, constituía
principalmente un instrumento de adivinación.
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